16/01/2024
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El carisma (del griego charys: encanto), esa cualidad enigmática que atrae la atención, inspira confianza y cautiva a las multitudes, ha sido objeto de estudio durante mucho tiempo por parte de psicólogos, investigadores del liderazgo y curiosos del arte de la comunicación.
Surge inevitablemente las preguntas: ¿Puede desarrollarse el carisma? ¿Es producto de la casualidad o del destino, o puede ser cultivado y desarrollado por quienes aspiran a adquirir más de él?
El carisma no es simplemente una cuestión de habilidades oratorias innatas: es una cuestión de estilo, singularidad y personalidad. También abarca una serie de habilidades sociales, emocionales y de comportamiento que permiten a una persona crear una poderosa conexión con los demás.
El carisma es uno de los principales ingredientes del liderazgo y, sin embargo, a menudo se pasa por alto en los procesos de selección.
A lo largo de nuestros procesos de selección y evaluaciones a líderes, hemos podido afinar los distintos componentes que conforman el carisma de una persona.
En primer lugar, como explica perfectamente Max Weber, el carisma no es un conjunto de cualidades individuales, sino la creencia de un grupo de individuos en las extraordinarias cualidades de un líder.
El líder carismático destaca por su naturalidad, espontaneidad, autenticidad y mostrar sin miedo su vulnerabilidad.
Por tanto, el carisma es frágil porque es puramente subjetivo.
¿Cuáles son los rasgos que se encuentran en las personas carismáticas, aunque no se formatee el carisma?
Las personalidades carismáticas :
- muestran sus sentimientos,
- son auténticas; rara vez copian a otras personas,
- no son arrogantes porque no necesitan atribuirse resultados o éxitos,
- son directas y decididas,
- suelen ser figuras disruptivas que desafían los patrones establecidos. Los líderes carismáticos suelen surgir en situaciones de crisis y renovación.
Pero, ¿es posible aprender a ser carismático o desarrollar el carisma?
Una amplia gama de acciones de desarrollo ayuda a los directivos recién ascendidos a aumentar su autoconfianza, a causar impacto e influencia... en resumen, a mejorar su carisma.
En cierto modo, el carisma es una habilidad que puede desarrollarse.
Un ejemplo famoso es Richard Branson, que de joven era tímido y tartamudo. Trabajó enormemente en sí mismo y en la imagen que proyectaba. Acabó adquiriendo ese encanto, que es la capacidad de causar impacto en los demás.
Como no todo el mundo tiene la fuerza de voluntad de Richard Branson, es posible recibir ayuda de coaches, pero hay que tener cuidado de elegir bien, ya que algunos intentarán copiar módulos formateados, mientras que el punto de partida deben ser los valores y cualidades propios de cada individuo.
Para obtener más información, póngase en contacto con uno de nuestros asesores de Morgan Philips Talent Consulting.
Está claro que la autenticidad no se puede inculcar.
El carisma y el encanto consisten en tener el valor de ser uno mismo.
Charles-Henri Dumon
CEO Morgan Philips Group